Antoni Miró, pintor de Alcoi
Adrià Espí Valdés
Hace poco más de año y medio, quien suscribe estas pocas palabras escribía en el semanario Ciutat d’Alcoi una recensión crítica en torno a una exposición de cuadros de Antoni Miró.
Hoy nos complace rectificar aquella primera impresión. Antoni Miró sigue por un camino que para él -pintor dibujante- es el suyo, el auténtico, lo que canaliza su ramo de inspiración creacional.
Vocacionalmente, Miró es un artista. Un artista con un mundo que él conoce, que es el suyo, con su problemática, su configuración y su verdad.
Desde aquellas muestras tempranas expuestas en primavera de 1958 en la Casa Municipal de Cultura en grupo a algunos pintores hoy independientes, hasta ahora, hundido en sus exhibiciones en València y otras ciudades dentro y fuera del reino, incluso fuera de la península -Francia e Inglaterra-, el pintor Miró ha recorrido toda una trayectoria ruidosa y llamativa, una trayectoria cada vez más definitiva y más, no cabe duda, suya.
Es sincero a sí mismo, su concepción artística y estética es honrada. Su tarea, la de la pintura, nos es a nosotros tan necesaria y querida que, sinceramente, creemos a Antoni Miró y, además, porque dentro del arte joven nuestro, el valenciano, el de Alcoi, el europeo en definitiva, es él, sin duda, un representante singular.