Dones a Palestina, primer i segon. (Mujeres en Palestina, primero y segundo)
«Lieberman dice que el Gobierno de Israel -está alimentando a la bestia-
con su política ante Hamás en Gaza»
Europapress, 17/11/2018
¿Se resolverá en algún momento la liturgia de esta devastación sin miramientos? ¿Es imposible? ¿Con certeza? Voces autorizadas lo aseguran: ¡Es imposible! Técnicos en la materia, y en el conocimiento de este eterno enfrentamiento, lo confirman cada día. Analistas y expertos de todo el mundo dicen que no hay nada que hacer. Los más, sobre todo los que han tomado distancia infinita de la cuestión, no entienden nada de nada: sólo ven, en los medios de comunicación, polvo y miseria; escombros, desolación y agravios. Así Israel versus Palestina. Así desde el amanecer de los días, o casi.
Así las cosas, todo se reafirma trás del empuje de la fuerza salvaje. Todo se materializa con lluvia de bombas, deflagraciones de fusiles, de fuego y de llamas. No hay día que esto no ocurra. No hay noticiario que no recoja la violencia de una guerra impúdica y tormentosa, donde el odio vive en las botellas de vino de gran reserva. El odio como fermento y como medicina. El odio, licor infame, que acompaña todas las comidas de tanta gente, de tantas generaciones, ya, sin esperanza. Y la sangre, que sólo procura sangre, sazona todos los platos presentes en la mesa de la infinita discordia.
¿Y quién le pone el cascabel al gato? ¿Sí, quien se lo pone? ¿Existe el cascabel? ¿Quién es el gato? Mientras el humo de los escombros hechos cenizas, se eleva hacia un cielo sin matices de azul, ni de gris, ni de ningún otro color que le pudiera embellecer, al menos, un poco. Una niña palestina, una palestinita, sentada sobre las piedras de la catástrofe, lo mira todo y no cree nada de lo que ve. Le parece, en el interior de su pensamiento inocente, que esta realidad sólo ocurre en las hojas del diario que no puede leer, o en la radio que no puede escuchar por falta de pilas. Sí. A la palestinita (Antoni Miró la ha pintado, tan frágil e indefensa) sólo le queda mirar hacia su intimidad con un viaje corto, como lo son aún sus piernas, pues la evidencia confirma las dudas, y el regalo de las bombas no se hará esperar demasiado tiempo. Las cosas son como son, nunca como quisiéramos que fuesen. Y es una lástima, pues todo sería muy distinto a conforme lo es ahora...
“Dones a Palestina” es una obra (con dos versiones, o visiones) realizada en 2012, situada «geográficamente» en Cisjordania. Ha sido realizada en acrílico sobre lienzo, y mide 116x116 cm., perteneciente a la serie Sense Títol, y dentro de la subserie Mani-Fiesta. Se trata de una obra que ocupa la visión desde dos puntos de vista diferenciados: el derecho y el izquierdo. Los personajes que conforman el objeto pictórico, las mujeres palestinas, se pueden ver en ambas de las posiciones señaladas. Quizá sea sólo un juego creativo del artista Antoni Miró, tal vez sea una forma de reivindicar los distintos resultados que podemos obtener de nuestro análisis, si oteamos los distintos puntos de vista que pueden llegar a conformar la realidad que auscultamos. De cualquier manera, la obra parece claramente diferenciada, sólo, ya, por la estrategia comunicativa del artista a la hora de reforzar la plural observación del espectador.
¿Y que vemos en el seno de esta profunda propuesta del pintor Antoni Miró? Pues como indica su leyenda, un grupo de mujeres palestinas, e impregnadas por el dolor de una evidente tragedia. Nos importan todas las caras, cada una de las expresiones que se presentan en el lienzo, incluso aquellas que debemos adivinar porque no se pueden apreciar, o sencillamente no están presentes. El colmo de la desesperación, o la rotura emocional, lo representa la imagen central del cuadro. Una mujer palestina, con la boca desencajada, de par en par abierta, clama contra un cielo que no consuela. Con las manos se toma las mejillas en señal inequívoca de amargura imposible de detener. Los ojos cerrados adentran y remueven el dolor hacia el cuenco de su esencia, y hasta las entrañas. Otra mujer, tal vez la más próxima a la dolida heroína, suelta las lágrimas en el río de la solidaridad, o del acompañamiento amistoso. Otras mujeres, en sublevado movimiento, circundan a la protagonista de este fragmento, por cierto inequívoco, donde habita la tragedia. Sabemos, porque lo intuimos, que la muerte no queda lejos del escenario que Antoni Miró nos ha ofrecido. La muerte permanente en este rincón del mundo, donde se sustancian las mayores atrocidades en nombre de la paz. La paz, razón que los más poderosos ejercen para decir acerca de la defensa de sus propios intereses. La paz, virtud recomida de óxido, o de vicios, en la práctica de una delincuencia colegiada y sin miramientos. La paz, ajadas canciones que inundan las fronteras de sangre y de litigios que nunca tienen final. La paz ..., la rama de olivo en el pico de una paloma herida de muerte: manipulada, deteriorada, salpicada por la saliva de los discursos mentirosos. La paz ..., ay, ¡la paz ...!
Y este tema, el de «el asunto» palestino, ha sido en varias ocasiones tratado por el pintor Antoni Miró: Terrorisme a Gaza 2012, Mani palestina 2013, Palestins presos 2012, o Joves palestins 2013, y son una buena muestra de lo que decimos. Temática potente que insinúa el punto de vista del artista, y que, como la realidad, no entiende que haya tanto odio cuando han sido idénticos los orígenes de los combatientes: el pueblo de Palestina y el de Israel. La fuerza desigual, no obstante, ejecuta los designios que se cuecen en las caja fuerte de los poderosos. La excusa es la violencia. La realidad es mucho más sencilla, por simple, y es: la necesidad de la tierra, de la reafirmación como pueblo en diáspora permanente y la tacañería del fatuo poder.
Y recurrimos ahora, en nuestro comentario, a la transcripción de algunos fragmentos de poemas que se refieren a la iniquidad, o al dolor, de la que hacemos mención en nuestra reflexión. Se trata de versos escritos por autores palestinos y que dicen, mejor que nosotros nunca podríamos llegar a decir, la profundidad de la desgracia y de la herida que sufren los hombres y mujeres del pueblo palestino.
«[El día que conocimos la muerte y la traición, / se retiró la marea, / las ventanas del cielo se cerraron, / y la ciudad contuvo sus exhalaciones./El día del repliegue de las olas; el día / en que la pasión abominable se destapó el rostro, / se redujo a cenizas la esperanza, / y mi triste ciudad se asfixió / cuando se tragó la pena ...]» Versos de Fadwa Tuqan, poetisa palestina, que manifiesta, a grandes rasgos, en este fragmento de su poema Mi ciudad está triste, la fuerza de la pena que siente ante la soberbia violencia de su destino; el destino de su amado pueblo.
«[... Escribe que soy árabe; / que robaste los viñedos de mi abuelo / y una tierra que yo araba, con todos mis hijos. /Que solo nos dejaste estas rocas ... / Escribe, pues ... escribe ... / que no aborrezco a nadie, / ni a nadie robo nada. /Mas.../¡¡Atención con mi hambre y con mi ira!]» Fragmento del poema Carnet de identidad, perteneciente al poeta Mahmud Darwish , donde avisa, desde la continencia, aunque tras las agresiones recibidas, de los límites de la paciencia.
«[... Abajo lo que sea! / Muera lo que sea! / En su vocabulario no había árboles, / en su vocabulario no había tú ni yo, / porque él nos debía matar a ti y a mí./ Solo sabía lo que le habían enseñado: matar a ti y a mí.]» Fragmento del poema Yo, tú, él, del poeta Muin Basisu, y que responde al sufrimiento que significa la realidad que vive, pues la falta de alternativas abocan a la crueldad de la guerra, y a la impotencia que significa ver la carencia de objetivos que no sean violencia y muerte.
Los tres fragmentos poéticos que hemos elegido para ilustrar, mediante los versos, la obra del artista Antoni Miró, y porque pensábamos que de alguna manera apoyaban su poesía-pintura sin palabras (así vemos Dones a Palestina, como una poesía muda), los hemos recogido del siguiente enlace de Internet: Poemas de Palestina Libre.
A veces la belleza se cuela a través de las rendijas de una ventana de madera carcomida. A veces la belleza habita en el seno de nuestra propia manera de mirar. A veces, sin embargo, la belleza, el rostro de los personajes que pinta Antoni Miró, inunda de fragilidad nuestra sensibilidad, y acrecienta nuestra estima hacia aquellos que sufren tanto rigor en esta tan exigua existencia.Josep Sou