Los utensilios baudelairianos en el testimonio pictórico de Antoni Miró
Cuando visitamos una y otra vez la profundidad en el tratamiento pictórico del artista Antoni Miró, nos cabe la fortuna de encontrar, obra tras obra, y serie tras serie, el análisis sinestésico de la realidad. La capacidad de observación que el pintor establece a través de los signos nunca convencionales de sus objetos pictóricos, demuestra la fina sensibilidad de su particular sentido de verdad social. Como muestra E. Zola en el tratamiento del temperamento épico de sus personajes, por cierto de muy corta impronta, así el pintor establece un sesgo mesurado en la psicología de los suyos, toda vez que el recurso de la denuncia tiene mucho que ver con la posición del receptor y su capacidad de reconocer los signos que le alcanzan.
Tal vez la percepción de una sociedad convulsa, o de una realidad escorada por la desmesura y la necesidad de libertad plena, se muestra inclusa en la existencia de un espíritu colectivo. Como asegura Zola en su definición del arte: “Un coin de la création vu à travers un tempérament”, resume, y analiza perfectamente, el carácter de ejemplo de las estrategias compositivas, en aras de homologar el comportamiento de las sociedades dominadas por el imperio de los poderosos. Por tanto, desde un romanticismo naturalista y desde la pasión por escribir al dictado de las masas sociales en su comportamiento gremial, Zola establece un canon litúrgico en su obra. Del mismo modo el artista Antoni Miró, del conjunto de los hombres, extrae el valor pertinente que encumbra el comportamiento social en la rebeldía de las causas justas y, siempre, disconformes. O, tal vez, sea un recurso final a la esperanza de emancipación en la prosopopeya de la condición humana.
Josep Sou