Ricard Huerta
[...] Aunque inicialmente vemos a Antoni Miró como un observador privilegiado de la ciudad, como un intérprete de sus entresijos, lo cierto es que en los trabajos del pintor de Alcoi encontramos suficientes detalles como para tejer un entramado significativo de su condición de luchador. Se nos transmite a sí no solamente una postal pictóricamente atractiva de sus viajes y pasiones, sino ante todo un posicionamiento enérgico contra el silencio cómplice. La voz del pintor es la queja del poeta. La acción sobre el lienzo supone un reto, una implicación clara, una declaración de principios. [...]Texto completo